MUERTE EN EL RÍO
01-07-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


El máximo acontecimiento de estos días ha sido esa muerte en el río Bravo del padre y de su hija tan pequeña, casi un bebé aún. Pretendían pasar a nado al Edén pero la fatalidad les llevó a la muerte. Alguien captó esa foto tremenda, insoportable, ahogados los dos a la orilla del río, la niña metida la cabeza en la camiseta del padre, un chico de apenas 24 años, creo. Una escena que se quedará grabada para siempre, a diferencia de lo que pasa con muchas fotos que nos acompañan día a día y que olvidamos enseguida. No ocurrirá eso con esta, por desgracia. La foto en sí misma es terriblemente opresiva, espantosamente intolerable, y desafía nuestra tranquilidad hasta extremos que exigen casi el olvido, para no tener que recaer una y otra vez en el drama que nos señala con el dedo, casi como si todos fuéramos culpables. Dos cuerpos yacen en la orilla de un río. Un fotógrafo pasa y capta el instante, sabedor de que la imagen es tremenda y trágica, aunque parezca casi anodina al ser casi un susurro de la desgracia humana, una indefensión total en medio de una indiferencia máxima, allí y aquí. Señalamos a Trump, desde luego, por su característica crueldad con los desfavorecidos y sus infames proyectos de protección máxima de su patria dorada. Pero yo también me señalo a mí, que no he podido hacer nada por salvar a esos dos seres que hubieran requerido mi ayuda, de haber estado allí, cerca, o incluso al estar aquí, lejos. ¿Cómo es posible? No es posible, es una lamentación, es un recurso a la imposibilidad ilimitada para acallar la culpabilidad también ilimitada. ¿Y puedo yo seguir viviendo tan pancho después de haber visto esa foto? Sí, puedo hacerlo, y de hecho sigo viviendo, casi como si nada. Los límites de la vida humana juegan con estos desafíos que siempre desembocan en la nada o en un silencio que se parece mucho a la nada. Nada se puede hacer, nada hemos podido hacer, ni nada podremos hacer. Solo esa lamentación, y este pobre escrito inútil. Quizás una oración, una súplica: "Merecían vivir, haz que vivan, da nueva vida a su vida arrebatada". Se me ocurre, y solo miro a la tarde que muere. Y también pienso en la madre que en la orilla presenció la escena, y no puedo imaginar nada más, porque esa clase de dolor es inimaginable.


Escribe una reseña
Todavía no hay ninguna reseña.