Mi amigo, el filósofo Guillermo García Domingo, autor del impagable It,s only Cartesius, but I like it (Evohé Ediciones), me envía un fragmento de Whitman y me pide que lo traduzca. Es de suponer que lo querrá para cualquiera de sus clases y para hacer pensar a sus estudiantes con esta idea fabulosa que Whitman propone en su poema: dejaos de palabrerías, astrónomos eruditos, y dejadnos a solas con las estrellas, las únicas que importan, no vuestras calculadoras y positivistas mentalidades que solo ven gráficos, esquemas, números, sumas, divisiones en lo que es la maravilla del universo. ¡Un horror! Vayamos al cielo, quedémonos en silencio, y contemplemos esa maravilla que nos deja sin habla. Aprendamos a mirar, prestemos atención suma a las cosas que importan, las estrellas entre ellas…y saquemos conclusiones solitarias, que son asombros convertidos en flujo sanguíneo que nos alimenta sobremanera, no para un solo instante sino para toda la vida.
Cuando escuché al astrónomo erudito,
cuando ordenaron ante mí pruebas y figuras, conformando columnas,
cuando mostraron gráficos y diagramas para practicar sumas, divisiones
y mediciones,
cuando sentado oí conferenciar en el salón al astrónomo
al que tanto aplaudieron,
muy pronto, inexplicablemente, me sentí agotado y enfermo
y decidí levantarme, salir a la calle y vagar solo
en la mística humedad del aire nocturno
y, de vez en cuando, en perfecto silencio, contemplé a las estrellas.
Si Guillermo sueña con Whitman, yo no voy a ser menos. Le cojo del brazo, como él, y le acompaño en su paseo solitario, y, como él, miro a las estrellas y suspiro, como él, y respiro la mística humedad del aire nocturno, como Claudio Rodríguez, e incluso como fray Luis de León, que también supo mirar a las estrellas con aliento místico. Whitman mira asombrado y pregunta por esos poetas y se los explicamos entre los dos, y él comprende y asiente y nos arrastra hacia la contemplación, que es la raíz de todo conocimiento que es algo más que números, cuadros, tablas, divisiones…