RIMBAUD
26-09-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Ahora apenas escribo, solo leo. Digo apenas porque siempre registro en un cuaderno el día a día, casi siempre con escrupulosa disciplina. Me encanta escribir a pluma, puesto que el resto - excepto los poemas - lo escribo en el ordenador. Acabo de terminar una novela y he acabado exhausto. Ahora me apetece holgazanear, picotear en libros, empezar a leer novelas (Saul Bellow, Alain Fournier...), ir luego a poemas de no sé quién (casi siempre Antonio Machado, o Claudio Rodríguez, o Luis Cernuda, o Gustavo Adolfo, o Rosalía, o Guillermo Wordsworth, o Juan Keats o...), o a ensayos de cualquiera que se tercie (volver a Montaigne, vicio total, o a Nietzsche, más vicio aún...). Me encanta el filósofo americano, ya - por desgracia - fallecido, Robert C.Solomon, cuyo libro Spirituality for Skeptic ya voy por la página 100 o más, o el libro sobre los empedernidos caminantes - soy uno de ellos - de Rebeca Solnit, Wanderlust, o el impresionante testimonio de Hannah Harendt, Eichmann en Jerusalén...Y de pronto, no sé por qué, me da por Rimbaud, las Iluminaciones editadas por Bartleby -que editó un libro mío, Sorprendido por la alegría -, y me entra curiosidad y voy a mi ejemplar de La Pléiade, y me pongo a leer sus cartas, y me quedo literalmente impresionado, abrumado, excitado, sobrecargado, demolido, incapaz de reaccionar. ¿Cómo es posible? Este hombre jovenzano que había escrito esos poemas a esa edad - 21 el límite - y se larga de ese mundo de Dios de mierda que supuso para él la relación con el desquiciado Verlaine. Mundo literario, podríamos decir, algo así. Y se va lejos, todo los lejos que puede, y empieza a hacer una vida absolutamente alejada de la literatura, y escribe unas cartas impresionantes, en parte por la revelación explícita de ese alejamiento. Y mientras él va a lo suyo, publican en París sus poemas, y mientras él agoniza vuelven a publicar en libro sus Iluminaciones, y él ni maldita idea, en esa peregrinación angustiosa con su pierna podrida por el cáncer hasta aterrizar en Marsella...Imposible más demoledor, imposible más impresionante, imposible más inaccesible...Volveré sobre Rimbaud, no sé cómo, pero volveré.


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