UN DÍA LOGRADO
16-07-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Te despiertas, levantas la persiana y ves el sol desplomado sobre la calle, las casas de enfrente, los árboles de al lado, y, aún medio dormido y quizás bajo los efectos de un sueño inquietante que predispone al mal humor, o hasta el rechazo instantáneo de la vida, no puedes hacer otra cosa que asombrarte, quedarte pasmado y dejarte llevar por una ola, también instantánea, de alegría que se impone sobre todo lo demás, sobre los efectos de ese oscuro sueño, y acabas proclamando: "Gracias, mil gracias". No sabes muy bien a quién se lo dices, pero lo dices, y lo reafimas, pero sin pretenderlo siquiera, surge porque sí, por impulso del propio redescubrimiento diario, el reencuentro con la luz después de la oscura travesía del sueño que, por definición, es una negación de la luz, pues necesitamos oscuridad para poder dormir, y, sobre ella, el sueño puede construir universos oscuros, más oscuros aún que la propia oscuridad. Por qué lo hace, nunca lo sabremos, pero lo hace, y a veces nos deja tirados en una extraña cuneta de la que nos levantamos con ese acto sencillo de redescubrimiento de la luz del sol, todo un lujo diario que merece sin duda ese agradecimiento, también diario. Al agradecer, se produce como un reforzamiento de la realidad beneficiosa que repercute inmediatamente en nuestro ánimo, predispuesto así ya para todo el día para un discurrir que tiende a la plenitud de los días logrados, como decía Peter Handke en aquel libro tan bonito de aquellos años: "Ensayo sobre el día logrado". Me encanta esa expresión y la uso con frecuencia en mis cuadernos escritos a mano (un diario que llevo disciplinadamente, como cualquiera que ama la vida y quiera preservarla así de cualquier desaparición predestinada). Un día logrado, con ese despertar todos los días tienden a ser logrados, y casi ninguno se malogra. Puede haber zonas más preocupadas y menos pletóricas pero ni siquiera esas acaban con esa sensación de día logrado. Cuando me acuesto, tiendo a decírmelo: "Un día logrado. Gracias". Así se cierra el círculo de la gratitud: cuando me despierto, doy gracias por esa luz fabulosa que me regalan a cambio de nada, y cuando me acuesto, después del recorrido asombroso de la vida en sí misma, en su plenitud sencilla e introspectiva, abierta y alegre, vigilante y madura, también me digo: "Gracias por este día logrado". O sea,vivir es ser consciente de que los días son trofeos que te regalas a ti mismo. 


Escribe una reseña
Todavía no hay ninguna reseña.