Publicado por: Ángel Rupérez


Cuando paseas pueden ocurrir multitud de cosas, todas ellas vitales, ninguna de ellas prescindible. Por definición, nada es prescindible de lo que ocurre en la vida cuando paseas, desde la respiración percibida como un pulso liviano hasta el corazón percibido como un aún más liviano surtidor. El aire con que te encuentras es una leve sacudida de percepciones que rozan la piel para encenderla de sensaciones placenteras y la luz incendia la retina de coloraciones crepusculares que, en junio, se tiñen de azul cuando la noche asoma su patita por el horizonte. Multitud de rostros pasan de largo, cada uno con una aventura personal desconocida, que sin duda será esencial para definir ese universo que nunca volverá a la mirada porque en las grandes ciudades, como lo es Madrid, los rostros no suelen volver, salvo milagros que solo ocurren de ciento en viento (sí, ese conocido que, al cabo de los años, de mucho años, está sentado en el cine unas butacas más delante de la tuya y al que le haces una pregunta sin hacérsela, y que no tiene respuesta: "¿Qué ha sido de ti? ¿Qué ha ocurrido en tu vida todos estos años?"). Los pensamientos que se asoman a la mente pueden ser triviales o trascendentes, pero todos son parte de una existencia errante que le da vueltas sin cesar al sentido de la existencia errante, donde una gilipollez cualquiera también tiene su asiento. ¿Por qué no? ¿O todo en nuestra vida está tasado por la envergadura de nuestro destino, sin duda trágico (puesto que sabemos el fin y no podemos hacer nada por cambiarlo ni evitarlo? En absoluto, las naderías son fundamentales puesto que alivian el peso del misterio, como diría no recuerdo qué poeta (no creo que sea yo mismo).  Ese escaparate en el que te paras a mirar cualquier cosa, ¿es una nadería? ¿Por qué va a serlo? ¿Ese capricho es una nadería? ¿Por qué va a serlo? La gravedad y la levedad nos constituyen y con ese ritmo tejemos una parte de la vida que se asoma a sí misma diciéndose: "No importa, sigue adelante, oye al corazón que palpita por ti para que puedas hacerle preguntas a quienes se cruzan en tu camino y que no volverán a cruzarse en tu camino".




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