FERLOSIO
05-06-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Por los ochenta, cuando yo vivía en la calle Santa Engracia, lo veía pasar dirección Cuatro Caminos, a marchas forzadas, blandiendo una garrota de pastor que apenas apoyaba en el suelo sino que la movía rítmicamente, como si la necesitara como compañero de viaje. Tenía pintas toscas, aunque no desaliñadas, pero sí típicas de quien no valora en absoluto su indumentaria (torpe aliño, tal vez, hijo de Machado). Me asombraba verle pasar a semejante velocidad, con tal ímpetu, con tanta energía, y pensé que era de la estirpe de los caminantes empedernidos, entre los que me cuento (Nietzsche, Shopenhauer, Rousseau, y tantos otros). ¿Adónde iría? ¿Hasta dónde? ¿Cuántas horas? ¿Dos? ¿Tres? ¿Qué edad tendría entonces? Ahora que acaba de morir, me lo pregunto, y lo recuerdo, como recuerdo el relato sobre su muerte que leí en el periódico, y que me estremeció. Murió solo en el hospital porque se sintió mal en casa, acudió al centro sanitario, le internaron, pero su mujer se estaba recuperando de un cáncer y cuando acudió al día siguiente al hospital le comunicaron que su marido había fallecido...Triste historia que deja lejos lo que pensemos o dejemos de pensar sobre su obra. Yo apenas le leía porque no acababa de encontrarme a gusto en sus formas, ni aplaudía sin condiciones su célebre sintaxis enrevesada, quizás hasta el más absoluto de los absurdos en ocasiones. Demasiado Adorno en sus venas, demasiado Benjamin, demasiado atrapamiento en el llamado "giro lingüístico", causa, en ni opinión, de montones de esterilidades sin cuento en la filosofía del XX (y quien dice filosofía dice también -¿cómo no? - crítica y teoría literaria). En todo caso, se impone la memoria de aquella figura caminando por Santa Engracia, camino de no sabía qué destino, impulsado por una energía que le alejaba de su sintaxis, de la que tal vez huyera como de la peste aunque no pudiera hacerlo nunca del todo. ¿Se huye de lo que no se sabe que se huye? Y si se huye, ¿por qué se huye? Al huir de su sintaxis endemoniada, ¿huía de sí mismo, sin darse cuenta? Sé que me daría un impresionante garrotazo en la cabeza al decir semejante cosa, como se la daría a Freud, al que detestaba, y del que yo soy un mero, simple y puede que simplón aprendiz.


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