CASA DE HIERRO
17-05-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


CASA DE HIERRO

 Caminar, pasear es uno de los indiscutibles sentidos de la existencia. Parece raro, pero es así para todos los caminantes, entre los que me encuentro. Maestros míos caminaron muchísimo a lo largo de su vida: Rousseau, Schopenhauer, Nietzsche, Claudio Rodríguez...Después de atravesar el parque de Rodríguez Sahagún, me meto en una callecita con el fin de hurgar en la ciudad, en su aspecto menos conocido para mí. Nunca antes había pasado por esa calle - Campo Real se llama -, y de pronto me encuentro con un asombroso edificio que no sé qué es exactamente. Está recubierto de placas de hierro tratadas como si tuvieran óxido. Algunas de esas placas están abiertas y parecen contraventanas. Entonces ¿se trata de una edificio de viviendas? Eso parece, pero me quedo pasmado ante la osadía de los arquitectos y ante la osadía de los moradores que han aceptado semejante fachada de su casa, una especie de fortificación de hierro. La vista no repele esa superficie pero se para a pensar y a decidir si encaja o no en su radar estético esa extraña fachada pero al final acepta convivir por un instante con ese desafío y lo da por bueno. La arquitectura se refugia también en espacios medio ocultos, adonde no llegan los interesados en ella (imagino críticos, especialistas, colegas paseantes como yo). No tengo ni idea de quiénes habrán sido los arquitectos pero les doy la enhorabuena por su osadía. No es fácil ser valiente y su edifico merece la pena con una condición sine qua non: que las estancias que no alcanzo a ver sean cómodas, que la luz entre en ellas al abrir las ventanas, que las planchas de hierro no estorben esa invasión milagrosa - la de la luz - y que los que viven en esas casas se sientan felices por saberse cuidados por los inventores del cuidado de los interiores, léase arquitectos para el hombre, no arquitectos para las revistas especializadas. Reanudo el camino pero echo una última mirada a esa fachada: hay sorpresas que son como apariciones. No cuentas con ellas pero caminan a tu lado para susurrarte mensajes que no entiendes pero que transpiran compañía, como ocurre a veces con el Arte.   


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