NOCHE MÁGICA
24-06-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Todo es memoria, como vengo repitiendo una y otra vez a lo largo de estas páginas. Somos esencialmente memoria, como es evidente que los somos. También somos presente, sin duda, pero el presente, por definición, es efímero y su única posibilidad de perdurar es dejar un buen poso en la memoria, de tal modo que se conforme a la larga una visión retrospectiva que se decanta por los días logrados - preciosa expresión de Peter Handke - antes que por le vida echada a perder, o por esta otra, muy oscura, y que pertenece al oscuro T.S.Eliot: "¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?". Nada de eso, sir Thomas, la vida está muy presente en los actos de la vida que hemos ganado al vivir porque tenemos muy buena memoria de ella, y porque la memoria tiene por función esencial apuntalar esa visión de ganancia en el proceso de la vida, puesto que nos recuerda con exactitud cómo hemos logrado esos días logrados, sin cesar, una y otra vez, en un encadenamiento venturoso que engrandece la vida sin cesar. Por eso la noche de San Juan trae a la memoria muchas otras noches de San Juan, vividas a veces con recogimiento emotivo, como si estuviera a punto de pasar algo excepcional en esa noche que significa, esencialmente, que el día es el día más largo del año, y la luz no deja de prolongarse más allá de sí misma, en el fondo sin fin de los horizontes ilimitados. Así la he vivido yo montones de veces, esperando ese momento, dándole la bienvenida, saludando esa perduración de la luz como si se tratara de una promesa ilimitada. Y puesto que todo es memoria, bien recuerdo Barcelona, 1981 o 1982, con mis amigos recorriendo las calles en las que ardían los enseres viejos, una entrega al fuego de lo degradado para esperar al llegada de lo nuevo. Una esperanza como otra cualquiera, y recuerdo esa fascinación del fuego en la calle, de la crepitación, de los resplandores, de las llamas temblorosas, de la magia del fuego. La Sagrada Familia cerca, creo recordar, el recorrido lento por esas explosiones de fe en la regeneración, la mirada que también fija la presencia de la obra de Gaudí, esas simultaneidades que a lo mejor son meras construcciones precisamente de la memoria, que nos sirve en bandeja el misterio de la vida para que, incluso, podamos escribir sobre ella, con ese sentimiento de misterio, sí, de misterio, repito, de misterio, y no me cansaré de decir: "De misterio".  


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