CHOPOS
05-06-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Reminiscencias, de eso se trata, y de presencias también. Los chopos de enfrente se yerguen con una esbeltez elegante y airosa, y sus hojas con el viento hacen un rumor de corriente continua que se desliza sin pretender hacerse notar. Esa es parte de su elegancia, la que provoca ese sonajero sincronizado de todas las hojas movidas por el viento sin inmutarse, músico oculto, músico que toca para sí mismo, sin público, sin audiencia, sin palcos, sin tontería humana, sin pretensiones, sin vestidos especiales para la ocasión, sin pretensiones. Una locura, vamos. Con el libro de Stendhal en las manos, La cartuja de Parma, o el de Walter Starkie, Viaje por España (¿?), o quizás el de Alfred Adler (me ha dado por ahí, los alrededores de Freud siempre me atraen, como lo hace el maestro mismo), El conocimiento e la naturaleza humana, la vista se escapa hacia los chopos de enfrente, y el oído se pone a escuchar esa partitura de rumores entrelazados, y entonces la memoria, de nuevo, trae a colación imágenes parecidas del pasado, un pasado lejano, las de los chopos del Paseo de la Quinta, en Burgos, y se pone a oír el mismo rumor, y alza la vista para escalar por el tronco y llegar hasta las últimas ramas...Una conjunción, un hermanamiento, un maridaje del presente y el pasado, dando sentido a la vida y al tiempo, que crea sus particulares obras de arte, no lo olvidemos (el tiempo no solo es desgaste y destrucción, en absoluto). Mirar y oír, con el libro en el regazo, dejándose llevar por lo que ve la vista y alzanza a oír el oído. ¿Huele todo eso? ¿Sabe a algo? ¿Qué tacto tiene? Huele a primavera en su apogeo, un fresco que parece una fruta sin nombre, cuyo tacto es el del aire y cuyo sabor es el del cielo, quizás, puesto que el sol rebota allí y saca brillos inusitados de las hojas. ¿Es un sueño? No, es la pura realidad sin sueño, solo con sensaciones que a lo mejor equivalen a sueños reales, en el sentido del valor absoluto de algo que ensalzamos diciendo que se parece a un sueño. Entonces Cernuda viene y dice: "Lee mi poema, no dejes de hacerlo". "¿Cómo se titula, Luis?". "El chopo", dice, y le prometo que lo haré.


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